• 2020-05-15 10:00:28
    Fiestas

    Querida familia:

    Desde que empecé a vivir con vosotros nunca había pasado tanto tiempo sin salir del pueblo como ahora. Ya sabéis que mi vida, normalmente, es un ir y venir de acá para allá. En estos dos últimos meses aquí confinado, me he descubierto a mí mismo dando gracias a Dios por tener la dicha de sentiros parte de mi vida y de mi familia. Dando gracias por los buenos momentos que hemos compartido a lo largo de estos años, tantas risas, tantos besos y abrazos. Dando gracias a Dios por sentir más allá de la amistad, el amor profundo y sincero con vosotros. Dando gracias a la Vida que nos ha regalado la luz y la esperanza cuando vivimos y sentimos juntos.

    Peino ya suficientes canas para saber que dos meses no bastan para hacerme mejor persona, del mismo modo que he visto suficientes primaveras para saber que una sola, por muy lluviosa que sea, no basta para frenar el cambio climático. Precisamente el paso del tiempo nos enseña a descubrir la necesidad de la constancia en cultivar lo que realmente nos hace mejores y más felices y, también, lo que nos hace crecer en la amistad sincera y profunda entre nosotros. Eso es lo que nos permite en la vida recoger los frutos de lo que sembramos ayer.

    ¿Os habéis preguntado cómo serán los primeros besos de reencuentro con los nuestros? Yo creo que serán besos salados, porque brotarán de un pozo de lágrimas de amor, de afecto y de cariño íntimo y profundo. Serán el fruto de lo que sembramos ayer. Serán besos de los que te devuelven a la vida. Quiero soñarlo así.

    Hoy he rezado contemplando el cuadro del Milagro del Pozo de san Isidro, del que os hablé hace unos años. El pozo seco en el que se cayó el hijo de san Isidro y que se iba a convertir en su tumba, se llenó de agua para sacar a flote al chiquillo y sacarlo con vida. Viendo el cuadro he pensado que en lo más profundo de nosotros mismos siempre está el deseo de dar Vida. Y que este deseo es capaz de salvar a los que más amamos.

    Ojalá que la vida de san Isidro nos siga inspirando para valorar cada día el bien que nos hacemos unos a otros.

    Vuestro cura y amigo,
    Carlos






    Adjuntos: