• 2020-02-21 16:13:01
    Cultura

    La leyenda de los mascarones

    Un 25 de febrero hace más de 400 años, se celebró un baile por la fiesta de Carnaval. A él, acudieron todos los representantes más importantes de la zona dejando a los más pobres sin posibilidad de pagar un disfraz, fuera de la diversión.

    Aquella noche dos enmascarados desconocidos, pasearon por la fiesta haciendo gala de sus máscaras cosidas por unas manos llenas de arrugas, impregnadas de sabiduría y amor, el amor de una madre que había gastado todo lo que tenía para que sus dos hijos, por una noche, fueran admirados por la belleza de sus máscaras.

    Los dos hombres pronto llamaron la atención del resto de invitados, preguntándose todos, qué personalidad importante se escondería tras las máscaras.

    El gobernador de la zona, un hombre orgulloso y malvado, envidioso de los dos hombres les obligó a quitarse la máscara ante los ojos espectante de los que festejaban.

    Los dos hombres tímidos y avergonzados, mostraron su rostro ante la mirada crítica de unos espectadores decepcionados ante lo que veian sus ojos, tras esas hermosas máscaras, se escondían los hijos de la lavandera, los cuales se habían atrevido a insultar con su presencia al gobernador y sus invitados.

    Los hombres fueron expulsados de la fiesta y mandados asesinar en el camino de vuelta al encuentro de esas manos, que se quedaban vacías de caricias ante la perdida de sus dos únicos hijos que con tanto amor habían cuidado durante toda su vida.

    El pueblo al enterarse de lo sucedido enfureció. Al año siguiente, en el mismo baile, con el mismo gobernador, y ante los mismos invitados, se presentaron 400 enmascarados, tapando completamente su rosto y cargados de unos garrotes pesados. Al verlos, el gobernador y sus invitados sintieron miedo. Los enmascarados no dijeron nada, xo les entregaron una nota que decía:

    "Nos alimentamos de la injusticia, fuimos dos, hoy somos 400, mañana podemos ser 4. 000"

    Después de aquello el gobernador fue desterrado por sus propios seguidores, temiendo que siguiera abusando de su poder y que provocara una revuelta en el pueblo. Nunca más se supo de él.

    Sin embargo aquellos enmascarados se pasean en Carnaval, recordando la memoria de aquellos dos hombres que un día decidieron compartir su gusto por las máscaras recordando que tras nuestro rostro, todos somos iguales en dignidad.

    Dicen que quien se porta mal, a veces se los encuentra en Carnaval.