• 2024-03-08 21:54:54
    Info General


    Buenas noches  ha pedido D.Anselmo  que se de difusión a esta carta de despedida dirigida a todos los vecinos de  Santa Maria,ha sido un gran profesional y una mejor persona que dejará una profunda huella en nuestro pueblo ,le damos las gracias por su trabajo y dedicación cuidando de la salud de los samaritanos.

    CARTA DE D.ANSELMO

    Para toda la buena gente de Santa María de Los Llanos, Cuenca. 

    Alcázar de San Juan, 8 de marzo de 2024 

    Muchos habéis pasado esta mañana por mi consulta. A otros os he ido recordando en el pensamiento. Y a todos, en mi interior, os iba enviando una despedida sin poder deciros con mis labios eso mismo: que os dejo, que me voy... de este querido pueblo de Santa María de los Llanos. Una despedida que ha sido desde el corazón, como os digo, sin que pudiera articular ninguna palabra porque he tenido durante toda la mañana un nudo en la garganta que me impedía hacerlo. Si os soy sincero he tenido dos momentos en la mañana complicados. Sólo, con las puertas cerradas, mientras salía uno y esperaba el otro, en un rinconcillo de esa consulta que he intentado que fuera siempre vuestra casa.., me he puesto a llorar como un niño. Y me preguntaba: ¿qué me pasa? ¿No voy a poder acabar la consulta? ¿Tengo que continuar que me espera más gente ahí fuera? Y lo que me ha pasado hoy es muy sencillo: os he sentido y os siento como mi familia. He procurado implicarme, en la medida de mis posibilidades y con mis limitaciones, en vuestros problemas. Algunos muy serios y profundos, otros más ligeros y llevaderos. Pero en todos he querido daros una solución de amigo. Soy consciente que no he podido alcanzar o resolver las expectativas de muchos de vosotros, pero creedme que lo he intentado. Hay una palabra que os quisiera transmitir muy sinceramente: GRACIAS, GRACIAS DE CORAZÓN, GRACIAS por haberme hecho mejor, por haberos conocido a todos y a cada uno de vosotros, por vuestros consejos, por vuestros regalos, por vuestra comprensión, por vuestra nobleza y generosidad, por vuestra hospitalidad y acogida. GRACIAS por abrirme las puertas de vuestra casa, con total confianza. GRACIAS POR HABERME HECHO SENTIR UN SAMARITANO MÁS. No me queda más que recordar aquel final de la hermosa novela de Miguel Delibes: El Camino. En la que Daniel, El Mochuelo, se levanta ese día para ir a la ciudad “a progresar” como quería su padre, dejando tras de sí el pueblo, las montañas, las vacas y la gente del lugar: —¡Mochuelo! Se arrojó de la cama, exaltado, y se asomó a la carretera. Allí abajo, sobre el asfalto, con una cantarilla vacía en la mano, estaba la Uca-uca. Le brillaban los ojos de una manera extraña. —Mochuelo, ¿sabes? Voy a La Cullera a por la leche. No te podré decir adiós en la estación. Daniel, el Mochuelo, al escuchar la voz grave y dulce de la niña, notó que algo muy íntimo se le desgarraba dentro del pecho. La niña hacía pendulear la cacharra de la leche sin cesar de mirarle. Sus trenzas brillaban al sol. —Adiós, Uca-uca —dijo el Mochuelo. Y su voz tenía unos trémolos inusitados. —Mochuelo, ¿te acordarás de mí?                                                                                                 Daniel apoyó los codos en el alféizar y se sujetó la cabeza con las manos. Le daba mucha vergüenza decir aquello, pero era ésta su última oportunidad. —Uca-uca... —dijo, al fin—. No dejes a la Guindilla que te quite las pecas, ¿me oyes? ¡No quiero que te las quite! Y se retiró de la ventana violentamente, porque sabía que iba a llorar y no quería que la Uca-uca le viese. Y cuando empezó a vestirse le invadió una sensación muy vívida y clara de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado. Y lloró, al fin. Con la mano en el corazón y con un beso en los labios os digo hasta pronto querido pueblo de Santa María de los Llanos 

    Anselmo Melgar