Verdes campos, dehesas negras,
monte bajo donde corren lagartos
y habitan las culebras.
Verde del olivar verde,
olivos en las mesetas
colocaditos en filas
cual soldado en la leva.
Regadíos en los valles,
vegas fértiles en tus riberas
de esos ríos que te cruzan
abriendo surco en tus tierras.
Las cepas de tus viñedos,
se esparraman por tus tierras,
dormitan sobre tus campos,
al sol que mucho calienta.
Pámpanos verdes floridos
vestidos de primavera.
Muros recios, piedras viejas.
Piedras que hablan de antaño,
que nos cuentan tus grandezas.
Es el libro de tu historia,
que está escrito en las piedras.
Fuertes muros, piedras bellas
así son los monumentos
que adornan; calles y plazas,
que las colman;
de ermitas y de palacios,
de templo y de iglesias.
Son tus pueblos y ciudades,
son tus campos y tus dehesas.
Extremadura la añeja,
la que se fue haciendo vieja,
la asentada en un llano
al que se llega por cuesta.
Extremadura y sus cielos
donde habitan las estrellas,
en la que lunas y soles
se recrean en su belleza.
Extremadura, es esa,
en la que los vientos cierzos
habitan morando en ella.
Extremadura; la que las lluvias
de otoño la visten de primavera.
Extremadura es esa;
en la que el invierno duro
se siente feliz en ella.
Extremadura es mi tierra.
Tierra que nunca fue rica,
por ser generosa y buena.
Porque siempre dio a otros
lo que para ella quisiera.